En "Mis estimados: Do not Lose Heart", un ensayo que es posible encontrar en el sitio web Creative Resistance, Clarissa Pinkola Estés escribió:
Nuestra tarea no es la de arreglar el mundo enetro de una sola vez, sino la de estirarnos, y ordenar esa parte del mundo que está a nuestro alcance. Cualquier pequeño gesto imbuido de serenidad que un alma pueda hacer para ayudar a otra alma, para atender a alguna porción de este pobre mundo sumido en el sufrimiento, será una inmensa ayuda. No nos es dado saber qué actos, o los actos que quién, harán que la masa crítica se incline hacia un bien duradero. Lo que se necesita para producir un cambio drástico es una acumulación de actos, actos que se añadan unos a otros, que sigan añadiéndose más y más. Sabemos que no hacen falta "todas las personas de la Tierra" para que haya justicia y paz, sino solamente un pequeño grupo con determinación, que no se rinda ante la primera, la segunda o la centésima tempestad.
"A Tale for All Seasons", sobre "nada de nada", escrito por Kurt Kauter, me llegó en un mensaje de correo electrónico justo a tiempo de poder incluirlo aquí. Ya se trate de un copo de nieve, del centésimo mono o del millonésimo círculo, el mensaje es el mismo: continua hacieno aquello en lo que crees. No te detengas simplemente porque no ves que el hacerlo cambie nada. Confía en que cuando eres generosa, cuando ves que se hace justicia, o cuando haces que cualquier persona del mundo sea más feliz, o cualquier lugar de la Tierra más hermoso, estás contribuyendo a la paz.
"Dime cuánto pesa un copo de nieve", preguntó un gorrión a paloma silvestre.
"Nada de nada", fue la respuesta.
"En ese caso, he de contarte una historia", dijó el gorrión. "Me había sentado en la rama de un abeto, muy cerca del tronco, cuando empezó a nevar. Como no tenía nada mejor que hacer, me dediqué a contar los copos de nieve que iban cayendo sobre los brotes y agujas de aquella rama. Conté 3.741,952. Cuando el copo número 3.741.953 se posó sobre la rama -nada de nada, cómo dices-, la rama se desgajó".
Trás contar esto, el gorrión se alejó volando.
La paloma, que era desde los tiempos de Noé una autoridad en la materia, pensó en el cuento un rato y, finalmente, se dijo a sí misma: "Quizá falte solamente la voz de una persona para que la paz venga al mundo".
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Quiero agradecer los momentos, las personas, las anecdotas, .... que aparecen en mi vida para recordarme, para darme fuerza, esperanza, claridad y confianza.
la magia existe, y está aquí - ahora gracias por compartirla.
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